Por Guillermo Memo
Los políticos tienen la costumbre y astucia de echarle la culpa a otros. La “pesada herencia” es una buena síntesis. Todos le echan la culpa al Gobierno anterior. Los de facto a Perón y Frondizi a los de facto. Y desde que se restableció la democracia, esa práctica se rejuveneció. Menem le echó la culpa a la hiperinflación de Alfonsín; De la Rúa al uno a uno de Menem y Kirchner a la inutilidad de De la Rúa. Cristina no le echó la culpa a nadie, porque todo lo que hizo su marido estaba bien. Macri a los disparates y autoaplausos de Cristina y los años 70. Alberto Fernández, a la inutilidad y al mejor equipo de los últimos 50 años de Macri.
Al intendente municipal de Pergamino no le alcanza con echarle culpas al presidente y al gobernador, método que ya parece agotador, sino que también acusa a la Justicia de cuestiones de las que él decidió no asumir su responsabilidad como máxima autoridad del pueblo. Insiste con la demagogia de darle a su electorado lo que se cree que pide para ratificar su creencia.
Ahora se queja porque un juez de Mar del Plata hizo lugar a una medida de amparo colectivo planteada por representantes de entidades ecologistas y de defensa del medio ambiente y dispuso la “prohibición temporal” del uso y liberación a cielo abierto de la variedad de trigo transgénico tolerante a sequía conocida como HB4.
“Para cada problema complejo hay una respuesta que es clara, simple y equivocada”, sostiene el periodista estadounidense Henry Louis Mencken.
La posición del intendente municipal muestra el peligro de la sobre simplificación de los problemas complejos: señala a otro u otros escondido detrás de la puerta, espiando por la cerradura y con las manos en el bolsillo.
El simplismo es muy efectivo para los políticos populistas, precisamente porque en la sociedad moderna los problemas son cada vez más complejos y en consecuencia, costosos de resolver. Pero el simplismo hace diagnósticos equivocados de las dificultades y entonces aplica tratamientos que no solo no los solucionan de raíz, sino que los agravan en el corto plazo aumentando la fiebre, y en el largo, ocultándola.
Javier Martínez se encierra en la queja por la resolución de un juez de Mar del Plata porque la pone al nivel de la medida cautelar dispuesta por el juez federal, Carlos Villafuerte Ruzo, que fijó un límite restrictivo y de exclusión para fumigar con agroquímicos en Pergamino de 1095 metros para aplicaciones terrestres y de 3 mil para las aéreas.
La salida no es desviar la atención de la problemática tapándose la cara con el dictamen de un juez de Mar del Plata sino cumplir con su promesa. La de la misma noche del domingo 27 de octubre de 2019, cuando con el 58 por ciento de los votos fue reelecto y una de sus primeras declaraciones fue la urgente convocatoria a una mesa de diálogo para abordar la problemática de la contaminación ambiental y la calidad del agua.
“Tenemos que trabajar cuestiones que son sensibles para la ciudad, ya la campaña pasó. Debemos sentarnos a resolver un problema que tiene que ver con el medioambiente y que si no lo resolvemos puede ser un problema para la ciudad. Pienso convocar a varias organizaciones no gubernamentales, ONG, al Frente de Todos, para que entre todos busquemos una solución para el Pergamino productivo, que tiene que ver con el futuro. En la campaña esto se hace difícil porque a veces estos temas se mezclan con la política”, afirmó Javier Martínez, con claridad y gestos de convencimiento, en el bunker de campaña de Avenida Juan B. Justo.
El intendente se resiste a aceptar que la contaminación ambiental y la calidad del agua es un problema enormemente complejo, cuyo manejo simplista resulta muy costoso para los pergaminenses. Y no hacerse cargo de procurar encontrar soluciones, tarde o temprano, se transforma en un “boomerang”.
La prometida mesa de dialogo nunca se conformó, no hubo invitaciones y jamás se reunió: no existe. Martínez es quien debe convocar con carácter urgente a todas las partes para comenzar a tender puentes de diálogo y evitar nuevos conflictos en cuanto a la problemática del medioambiente, la producción y la salud.
El choque de expectativas entre gobernantes y gobernados genera que los ciudadanos estén decepcionados no solamente de la democracia, sino de los políticos mismos. Y una de las principales causas de la crisis de confianza y legitimidad es la ausencia de veracidad de los gobernantes así como la falta de cumplimiento de sus compromisos.
*El autor es periodista, integrante de PRIMERA PLANA y de RADIO MAS (FM 106.7)